En este post me gustaría hablaros de un tema que en una situación tan cambiante como la actual resulta imprescindible y que aunque en principio puede estar más relacionado con la gestión empresarial, nos lo facilita enormemente las nuevas tecnologías: me refiero a las colaboraciones estratégicas, al trabajo en equipo con “socios” externos a  nuestra empresa.

Prácticamente en cualquier sector y actividad empresarial la revisión y actualización de los productos, servicios, procesos y/o gestión administrativa que realizamos son susceptibles de ejecutarse a través de las nuevas tecnología: internet, redes sociales, aplicaciones, plataformas de atención y servicio a clientes, etc. Para desarrollarlos de forma profesional y eficiente no siempre se cuenta con los recursos humanos y técnicos necesarios y por ello tenemos que acudir, más que a proveedores, a colaboradores. Los colaboradores somos esas personas que sin ser parte del equipo interno de trabajo somos piezas necesarias e importantes y que llegamos a involucrarnos tanto con los objetivos de nuestros clientes, que formamos un autentico equipo de trabajo mucho más cercano que una simple relación comercial proveedores-clientes. Estas colaboraciones son actualmente el instrumento necesario para desarrollar nuevas líneas de negocio y proyectos ya que nos permiten reducir la inversión que necesitaríamos si las abarcáramos de forma individual.

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Y para practicar con el ejemplo, en este post cuento con la colaboración de mi buen amigo y extraordinario profesional Jesús Quintero, Coach de Equipos,  para hablarnos de cómo formar estas alianzas de trabajo que nos van a permitir alcanzar nuestros objetivos. Os dejo con él.

Hoy en día se suele hablar mucho del espíritu de equipo y de la necesidad de trabajar en equipo como el método más efectivo para cumplir con las metas de una empresa u organización. Y cada vez más, aunque incluso las empresas sean unipersonales, es necesaria la interrelación entre diferentes profesionales para llevar a cabo colaboraciones que permitan sacar un proyecto hacia adelante que individualmente no sería posible.

Es lo que se conoce como los colaboradores de una empresa. Hay veces que esas colaboraciones son puntuales, esporádicas, y en otras existe casi una relación permanente. El mundo 2.0., debido a su reciente aparición, es uno de los sectores donde este tipo de colaboraciones se ven con más frecuencia, aunque no sea patrimonio exclusivo de este sector.

En tales casos, ¿cuándo podemos hablar de Equipo?, ¿cuáles son los rasgos definitorios de un Equipo?

Para que un grupo de personas,  pueda ser considerado un equipo, según Crearte Coaching, tiene que poseer las siguientes características:

Contar con un objetivo común.

Contar con recursos para el logro de sus objetivos.

Contar con un líder que asuma responsabilidades: los líderes no tiene por qué ser únicos, en el Equipo puede haber distintos líderes circunstanciales que priorizan y toman decisiones en función de la temática a abordar. El líder, no obstante, es quien asume la responsabilidad de la toma de decisiones.

Tener un calendario de actuación.

Aparte de estas características, bajo mi punto de vista, lo definitorio de un Equipo es que el conjunto sea mayor que la suma de sus partes.

Un Equipo, a su vez, puede ser considerado como un sistema que piensa, siente y actúa por sí  mismo. Hay creencias, sentimientos y formas de actuar que pueden caracterizar a un equipo y que se mantienen aunque algunos de sus componentes hayan dejado de pertenecer a él. Es como si el equipo tuviese vida propia, marcado por su nacimiento y su historia, que lo hace ser de determinada forma. Si bien es cierto que cuanto más tiempo tenga el Equipo más se podrá observar que funciona de forma autónoma, que tiene una personalidad más acusada.

Lo que el Equipo sí se tendría que plantear, en todo caso, es si su forma de ser actual (sus pensamientos, sus sentimientos, sus actuaciones)  se ajusta a las nuevas circunstancias, si es la adecuada para el cumplimiento de sus objetivos. Y si no fuera así, tendría que plantearse cambiar hacia esa dirección que fuera la más acertada.

Hay ocasiones en que el Equipo puede reinventarse, reubicarse, por sí solo. En otras, sin embargo, el cambio puede que sea profundo o que no encuentre la forma de cómo afrontarlo. En tales ocasiones, quizá, puede que necesite de la ayuda de profesionales que lo acompañen en ese proceso de cambio. Por último, no hay que olvidar que un Equipo está formado por todos sus componentes, y todos ellos deben sentirse parte de él para que su rendimiento sea el óptimo.

Os dejo con una historia que viene al caso, y que aparece en Coaching El arte de soplar brasas en acción, de Leonardo Wolk.

“Un hombre que regularmente asistía a un grupo dejó de participar en sus

actividades sin previo aviso.

Después de algunas semanas, el líder del grupo decidió visitarlo. Era una

noche muy fría.

Encontró al hombre en su casa, solo, sentado frente a un hogar donde ardía

un fuego brillante y acogedor. Anticipando la razón de su visita el hombre

dio la bienvenida al líder, lo invitó a sentarse junto al fuego y permaneció

quieto, esperando.

El líder aceptó la invitación y, sin decir palabra, se sentó confortablemente.

En silencio contemplaba la danza de las llamas en torno de las brasas de

leño que ardían. Al cabo de algunos minutos, siempre en silencio, el líder

seleccionó una de ellas, la más incandescente de todas y la separó del resto

de las brasas ardientes. Se acomodó en su silla y permaneció callado.

El anfitrión prestaba atención a cada uno de sus actos con fascinación y

quietud.

Observó así como la llama de la brasa solitaria disminuía hasta apagarse de

una vez.

En poco tiempo, lo que antes era una fiesta de luz y calor ahora no pasaba

de ser un carbón cubierto de cenizas.

Ninguna palabra fue dicha desde el protocolar saludo inicial entre los dos

hombres.

El líder se incorporó aprestándose a salir. Tomó entonces el trozo de carbón

colocándolo nuevamente en medio del ardiente fuego. Casi de inmediato

volvió a encenderse alimentado por la luz y el calor de las brasas ardientes

en torno a él.

Ya en la puerta y antes de que el líder se retirara, dijo el anfitrión:

 – Gracias por tu visita y el hermoso mensaje; muy pronto estaré de regreso junto al grupo.”

Jesús Quintero

Coach de Equipos

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Estoy segura de que el tema que hemos abordado no os ha dejado indiferentes, eso al menos esperamos. Gracias Jesús por compartir con nosotros tus conocimientos y consejos.

Rocío González
Directora